sábado, 13 de enero de 2024

La Niebla


El día comenzaba para Javier, afuera una densa niebla no permitía ver más allá de cuatro metros. Un dolor de cabeza empezaba también a dar señales de que sería un mal día. Al salir de casa a las cinco con quince minutos, la madrugada del jueves, tres dias antes de terminar el 2023, Javier tomo dos cafiaspirinas para poder aguantar el dolor de cabeza que apenas iniciaba, pero iba incrementando a cada minuto, la niebla cubría cada calle de la ciudad, el dolor de cabeza bajaba a cubrir cada pensamiento de Javier, el materialista de los ojos grises. Salió de casa. La densa niebla agravaba sus afecciones respiratorias y le era cada vez más difícil moverse en la oscuridad de la madrugada. Se encaminó por la calle Rufino Tamayo, donde esperaba el camión que lo llevaría su empresa para pasar doce largas horas de turno laboral. El camino para tomar el camión iniciaba en la calle Salvador Dali, caminaba dos calles hasta llegar a la calle Pedro Coronel, donde se encaminaba con dirección al noreste (atravesando el parque Rufino Tamayo), hasta llegar a la Rufino, de ahí caminaba cuatro calles al sur hasta llegar ala Avenida Yepomera donde lo esperaba el camión. Al dar la primera vuelta se estremeció por el sonido de un barandal recorriéndose sobre su raíl. la niebla era más densa y el dolor de cabeza más fuerte. Avanzaba ahora por la Pedro Coronel y antes de llegar al parque (donde varios trabajadores se cruzaban y saludaban), no vio a nadie, bueno, algo normal, con la niebla de este jueves, el jueves de los inocentes. Dio los buenos días sin esperar respuesta. No la hubo. De momento. Casi al salir del parque se volvió a estremecer con el chirrido de un columpio sobre sus goznes y la herrumbrada cadena que lo sostenía. Al mismo tiempo de ese chirrido en su espalda, un frío aire le paso por la nuca con un susurrante buenos días. Giró sobre sus talones. Nada. Nadie. Siguió adelante con el viento gélido hasta llegar a la Rufino. - Buenos días-, volvió a escuchar ahora más claro. Esta vez no se estremeció. Simplemente devolvió el saludo. La niebla más densa el dolor de cabeza avanzaba, y la dificulta para respirar aumentaba a cada paso. -Buenos días, Kid- dijo la niebla desde ningún lado - ¿Quién eres?- quiso saber Javier desde los tiempos de la secundaria cuando iniciaba en las pandillas, quería que le dijeran así, Kid. El chico, asalto a varias personas en esa misma calle que ahora caminaba. Agazapado detrás de la última palmera antes de salir del parque, salía con una navaja de barbero. Una navaja grande y afilada cortando para después amenazar, robar y correr. -Hola Kid- volvió a decir la niebla desde todos lados. Desde ninguno. Al frente una navaja de barbero brillo entre la niebla. Era una navaja pero nueva, con mango de plástico. No de madera. -¿que chingados quieres, quién chingados eres?, cabrón, sal- pero no había nadie, nadie que pudiera ver, solo la densa niebla y el dolor de cabeza que casi podía verlo, más que sentirlo. Sintió un frío aire que entro por debajo a la altura del tendón de Aquiles en la pierna izquierda. La navaja ya no estaba frente a él, ahora tirada a un lado de su pierna y el frío entraba por un corte en el pantalón justo donde sentía el frío, la sangre corría por su pierna. - ¿ya no eres tan bravo ahora Kid? ¿Cuántos años pasaron, veinte? -¿qué putas quieres? - Todo Kid- ahora Kid reconocía la voz, la voz del Yesca. -Entonces se fue y regreso- Pensaba Kid -se fue cuando pensaba que habíamos terminado, el día que del susto la señora cayó y no se movía-. - No la matamos, Adrián- le dijo a la niebla, y el dolor de cabeza crecía casi podía tocarlo - solo se desmayó, éramos unos niños, pensamos que había muerto, pero no fue así- - No vengo por eso, Javis- susurraba Yezca, ahora una silueta frente a Javier - Siempre quisiste ser superior a mí- (no era cierto) - Al final de la semana tú te quedabas con lo mejor ¿Qué me dejabas a mí?- Ahora el frío entraba por el costado de su cuerpo, un corte limpio cortó la chamarra, sudadera y camisa de Javier el Kid. Adrián hablaba en voz baja. Quiso cortar de nuevo ahora en el hombro, pero Kid lo detuvo, sabía que corte era el siguiente. Primero en el pie. Luego en el abdomen, el tercero en el hombro. Detuvo el corte en el hombro, pero con su mano, la navaja de barbero hizo un corte a lo largo de la mano de Javier, cortando los tendones, los dedos bajaron sin voluntad, esos dedos no volverían a subir motu proprio. Empujo el brazo de Adrián y la navaja cayó y se quebró del lado del mango de plástico. Ambos corrieron en sentidos opuestos. Primer corte, antes de amenazar. Segundo corte mientras se apropian de los objetos ajenos. Tercer corte y corremos.

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