sábado, 27 de abril de 2024

Una Vez


Mario siempre estuvo enamorado de Sofia, desde que iban juntos en la primaria él la veía y no podía dejar de imaginar una vida a su lado. 

Así que nadie se sorprendió cuando después de diez años sintiendo ese amor de juventud, amor que te incita a pecar, que tratas de controlar pero no se contiene, te llena de ideas que distorsionan la realidad y crees en esos pensamientos irracionales como si fueran un hecho: Si yo hubiera; yo debería... 

Mario fue por sofia. La parca había llegado de manera prematura para interrumpir este amor. 

Subió por la calle Ignicio Allende y dio vuelta por la Ignacio Zaragoza, la calle que cruza en medio del panteón Zaragoza. 

(Déjame sentirte otra vez) pensaba Mario mientras cavaba [Sofia Rubio Ortiz, 1990-2012] (luego yo sigo normal con mi vida). Desde que Sofia murió hacia tres meses, Mario, todas las noches iba am cementerio a visitar la tumba de su amada, asustando así a quienes vivían al rededor del panteón, pues algunas personas llegaron a pensar que era un muerto salido de su fosa. 

- Todos los días rezaba que estuvieras a mi lado - decía en voz trémula - pedía a Dios para poderte ver a mi lado, si fuera por mi te llevaría a todas partes, te llevaria conmigo.

[DEJAME SENTIRTE UNA VEZ] 

Cavó en silencio y se llevó consigo el cuerpo de Sofia, aun con el listón en su cabeza. [ROJO]

Llego al cuarto con la muerta en sus brazos. 

Lo siguiente que hizo fue un absurdo intento de conjunro "estemos juntos por siempre" (Solo tengo tres hotas antes del amanecer, haré esto rápido se que pronto vas a desaparecer) pensaba Mario, perdido en la mirada del cuerpo sin vida el cuerpo casi esqueleto de su novia muerta. 

La mirada tras esas cuencas vacías que una vez fueron los ojos de Sofia lo volvieron a la cordura [¿QUÉ HICISTE?] [¿QUÉ HICE?] [¿qué hicimos?] Preguntaba Mario primero a la muerta, luego a si mismo luego, alzando la copa de whisky con agua tónica se carcajeo. Una risa rompía el silencio del cuarto donde un vivo y una muerta tenían una romántica noche de copas. Sentó a su lado la osamenta fría prendió un cirio fúnebre y durmió, durmieron, para siempre.